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Como un perro...
Se hizo un cero. No era como un
príncipe que se hacía pasar por campesino para ganarse al pueblo; era más
bien un hombre ansioso por salvar a los perros maltratados, arrojando su
cuerpo humano y tomando el cuerpo de un perro, pero manteniendo su mente
humana.
Sabiendo todo el tiempo que es superior a todos los demás
animales que lo rodean, a los que está tratando de enseñarles obediencia.
Sin embargo, se limita a sí mismo a no hablar, sino a ladrar. Pero la
humillación de un hombre que se convierte en un perro no es nada comparable
con la de Dios convirtiéndose en un hombre. La semejanza, sin embargo, cobra
sentido cuando uno piensa en los perros que rodean a ese hombre,
arrancándole la vida, porque nosotros, de hecho, rodeamos n nuestro Señor, y
lo crucificamos.
Venerable Fulton Sheen.
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