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La Santa Infancia: La Venganza de Herodes.

Cuando Herodes descubrió que los Reyes Magos no regresaban con la información del Rey que buscaban, se sintió incómodo. El plan que él ingeniosamente había ideado se había quedado en nada; el monarca rival parecía escapar de sus manos. Un día tal vez él o sus hijos serían destronados por Él. ¡Oh temores vacíos! Ese Niñito no busca honor mundano; no interferirá con ningún monarca terrenal. El temor secreto que destruye la paz de los hombres sin escrúpulos es a menudo tan vacío como el de Herodes. Los terrores que sufren son las recompensas justas de sus malas acciones. ¡Cuántas veces he estado ansioso y preocupado porque mi orgullo no podía soportar ser humillado!
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El orgullo y la ambición no sólo ciega a los hombres, sino que los hacen totalmente indiferentes a los sufrimientos de los demás y las leyes del bien y el mal. Yo, a menudo, he hecho imprudentemente a sufrir a otros para satisfacerme y llevar a cabo mis propios fines egoístas.

Cuando Herodes moría, ¡qué terribles eran los terrores de su culpable conciencia! La sangre de aquellos niños asesinados por orden suya, había clamado al Cielo por venganza. Cada uno de ellos iba a añadir a su remordimiento y eterna miseria en el infierno. Si los hombres malos pudieran prever las consecuencias para ellos mismos de los pecados que cometen, temerían el pecado, incluso el pecado venial, mucho más que cualquier miseria terrenal que pudieran sufrir.

Richard Frederick Clarke S.J.