Consideraciones.org

 
Para ponernos a pensar...
 
 Con desgarro de nervios y de carne‏.

Toda la vida de Jesús está dirigida a este momento supremo.

Ahora apenas logra llegar, jadeando y exhausto,

a la cima de aquel pequeño altozano llamado “lugar de la calavera”.

Enseguida lo tienden sobre el suelo y comienzan a clavarle en el madero.

Introducen los hierros primero en las manos, con desgarro de nervios y carne.

Luego es izado hasta quedar erguido sobre el palo vertical que está fijo en el suelo.

A continuación le clavan los pies.

María, su Madre, contempla toda la escena.

El Señor está firmemente clavado en la cruz.

Había esperado muchos años,

y aquel día se iba a cumplir su deseo de redimir a los hombres (...).

Lo que hasta Él había sido un instrumento infame y deshonroso,

se convertía en árbol de vida y escalera de gloria.

Una honda alegría le llenaba al extender los brazos sobre la cruz,

para que supieran todos que así tendría siempre los brazos

para los pecadores que se acercaran a Él: abiertos (...).

Vio, y eso le llenó de alegría,

cómo iba a ser amada y adorada la cruz,

porque Él iba a morir en ella.

Vio a los mártires, que, por su amor y por defender la verdad,

iban a padecer un martirio semejante.

Vio el amor de sus amigos, vio sus lágrimas ante la cruz.

Vio el triunfo y la victoria que alcanzarían los cristianos con el arma de la cruz.

Vio los grandes milagros que con la señal de la cruz se iban a hacer a lo largo del mundo.

Vio tantos hombres que, con su vida, iban a ser santos,

porque supieron morir como Él y vencieron al pecado.


Padre Luis de la Palma S.J.