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Para ponernos a pensar...
 
 Criticismo. III

Llegado este punto, estoy seguro que tú y yo recordamos mucho juicios y críticas empobrecidos,

que se hicieron con total ignorancia de los hechos:

el juicio de un hombre superficial que habla sin saber nada acerca de lo que dice;

el criticismo hecho por alguien que se basa en chismes,

sin ni siquiera molestarse en comprobar si lo que le han dicho es cierto o falso,;

el comportamiento de un seso hueco que brinda opiniones

incluso en asuntos de los cuales lo ignora todo.

Y nos damos cuenta también con qué facilidad volvemos juicio lo que es una mera impresión,

sin haber ido a través de los pasos apropiados que una crítica justa requiere.

La crítica de un ignorante es siempre injusta y dañina.


El criticismo, el criticismo cristiano,

siempre tiene que cumplir con ciertos requerimientos de tiempo, lugar, y forma;

de lo contario, fácilmente se convierte en calumnia o difamación.


Sería bueno para ti, que te consideras una persona madura, capaz de formar opiniones justas,

preguntarte a ti mismo si de hecho tienes la mínima prudencia cristiana

que te pone en guardia contra el peligro de todo el daño que puedes causar

al hablar o escribir sin una cuidadosa reflexión;

lo que puede ser peligroso para tu alma aun cuando estés en lo cierto,

aun cuando lo que digas sea verdadero


Padre Salvador Canals Navarrete