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Para ponernos a pensar...
 
 Criticismo. II

El criticismo que viene de un hombre justo es constructivo;

el criticismo de un amigo es agradable y altamente adecuado;

el criticismo cristiano santifica.

Tu criticismo tiene que ser siempre el de un hombre justo, amigo, y cristiano,

y para ello hay que luchar siempre a fin de evitar la crítica a la persona y a sus intenciones.

Tienes que respetar siempre a la persona, jamás ser un intruso en el santuario de la persona y de su mundo interior.

¿Qué sabes tú de sus intenciones, de sus motivos, y de la serie de circunstancias subjetivas, de las cuales sólo Dios puede conocer,

Él, que lee en los corazones?

Tienes que tamizar tu criticismo, en aquél “no juzgues y no serás juzgado”,

para que sea hondamente humano,

conociendo nuestras limitaciones,

y también profundamente cristiano, porque respetemos la esfera que le pertenece al Señor.

De ese modo se construye y mantiene la amistad

-aún la amistad con personas que son muy diferentes de nosotros-,

porque mostramos el total respeto y comprensión hacia el otro.

Un hombre recto, y por lo tanto y con más razón un cristiano,

nunca juzga ni critica lo que no conoce.

Si vas a expresar un juicio,

tienes que conocer todos los aspectos de aquello que juzgas.

Toda seriedad, rectitud y justicia, se hacen pedazos

si tú no conoces de antemano todos los hechos imprescindiblemente necesarios.


Padre Salvador Canals Navarrete