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Para ponernos a pensar...
 
¡La justicia no es un ideal...‏

La grandeza de la humanidad viene determinada esencialmente por su relación con el sufrimiento y el que sufre.

Esto es válido tanto para cada uno como para el que sufre.

Una sociedad que no consigue aceptar a los que sufren

y no es capaz de contribuir, mediante la compasión, a hacer que el sufrimiento sea compartido y soportado interiormente,

es una sociedad cruel e inhumana...


La palabra latina «con-solatio», consolación, lo expresa de manera muy bella,

sugiriendo un «ser-con» en la soledad,

que entonces ya no es soledad.

La capacidad de aceptar el sufrimiento por amor al bien, a la verdad y a la justicia,

es constitutiva de la grandeza de la humanidad

porque, en definitiva, si mi bienestar personal, mi integridad son más importantes que la verdad y la justicia,

entonces prevalece el dominio del más fuerte; entonces reina la violencia y la mentira...


Sufrir con el otro, por los otros; sufrir por amor a la verdad y a la justicia;

sufrir a causa del amor para llegar a ser una persona que ama de veras,

son elementos fundamentales de humanidad;

su abandono destruiría al mismo hombre.



Pero una vez más surge la pregunta: ¿somos capaces de ello?...

En la historia de la humanidad, la fe cristiana tiene, precisamente, el mérito de haber suscitado en el hombre,

de manera nueva y más profunda,

la capacidad de sufrir de esta manera que es decisiva para su humanidad.



La fe cristiana nos ha enseñado que la verdad, la justicia y el amor no son simplemente ideales,

sino realidades de una enorme densidad.

En efecto, nos ha enseñado que Dios –la Verdad y el Amor en persona-

ha querido sufrir por nosotros y con nosotros.


Benedicto XVI, « Spe salvi