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Para ponernos a pensar...
 
Un río entre ls cerros‏.  

Imaginemos un valle lleno de basura y suciedad,

atravesado por un pequeño río que baja de los cerros,

donde nadie se atreve a colocar sus pies desnudos por temor a ensuciarse.

De pronto el río empieza a crecer, y su caudal es cada vez mayor.

El río crecido, con su fuerza, lo arrastra todo y limpia completamente el valle.

Al día siguiente, todo está en calma, y corren aguas limpias, que sirven para beber y para bañarse.

Imaginemos todas las manchas y suciedades de nuestro interior.

Pensemos no sólo en nuestros pecados, sino en las inclinaciones que han dejado esos pecados;

pensemos también en las tristezas y perturbaciones interiores que han quedado por nuestras malas acciones.

Y roguémosle al Espíritu Santo que pase como un río caudaloso,

que lave, que limpie todo, que se lleve toda suciedad

y nos deje blancos, relucientes, verdaderamente liberados.
¡Ven Espíritu Santo!

Autor desconocido