Nuestra Señora me ha
salvado de la desesperación. Este es el mayor peligro.
La gente como nosotros tiene bastante fe y
bastante caridad. Es la esperanza la que puede faltarnos… Figúrate que,
durante dieciocho meses, no pude rezar el Padrenuestro… Yo no podía decir:
Hágase tu voluntad. No podía decirlo. ¿Comprendes lo que es esto? No podía
rezar a Dios, porque no podía aceptar su voluntad. Es horrible. No se
trata de rezar oraciones de boquilla. Se trata de decir verdaderamente:
Hágase tu voluntad. Entonces rece a Maria. Las oraciones dirigidas a Maria
son las oraciones de reserva. No hay ni una en toda la Liturgia, ni una
¿entiendes?, ni una que el más miserable pecador no pueda decir
verdaderamente. En el mecanismo de la salvación, el Ave Maria es el último
socorro. Con él no se puede estar perdido.
Charles Péguy